Las palabras estaban de más. Habitaba entonces en mí una sensación extraña, pero que había estado esperando hace tiempo atrás. Todo quedó en silencio, un silencio necesario. Porque cualquier pregunta sobraba.
Todo aclaraba, la noche comenzaba a marcharse. Y aun habiendo evitado antes, muchas de aquelllas sensaciones, repentinamente cualquier pensamiento resultaba sesgado. Cerré los ojos y dejé de pensar en ellos.
Me hacía mucha falta pensar en mí...Y yo que creía haberlo visto todo, que todo podía comprenderlo y explicarlo, las palabras que estaban de más, ahora no alcanzan. Tengo fe, pero no me pregunten en qué. Al menos la neblina se ha marchado.
A veces es necesario el silencio y la única voz del silencio para que salga todo aquello que nos habita por dentro.
ResponderEliminarUn beso al alma.
Totalmente Paula, muchas gracias por tu comentario. Saludos!
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