Cuando estamos seguros a dónde vamos, no importa con qué nos encontremos en el camino. Siempre prevalecerá la fuerza interior que nos impulsa a lograr nuestros objetivos y ni siquiera digo, a pelear, porque no se trata de ir en contra de algo ni de nadie. Simplemente es buscar en la inmensidad de la vida, el lugar que nos reconforta, en el que podemos quedarnos o no, pero en el que mientras dure nuestro paso podamos estar cien por ciento seguros, que es ése y no otro el sitio en el que queremos permanecer en ese preciso instante.
Porque la vida es demasiado corta para buscar culpables, para profundizar heridas, para guardar resentimientos y experimentar el constante arrepentimiento de nuestros actos.
Prefiero no señalar al otro, elijo mirarme en él y sentir la magia de las almas que pueden encontrarse a través de las miradas, de las sonrisas, de una conversación con fundamentos o un par de palabras sin sentidos. Porque la vida es eso, lo que hacemos hoy para estar vivos.
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martes, 28 de abril de 2015
martes, 21 de abril de 2015
¿Dónde estamos?
Ojalá pudiera detener el tiempo y lograr que me alcanzara para apreciar todo lo bello de esta vida. Aunque no lo niego, hay veces en que logro detenerlo en mi mente y viajo por unos instantes; y caigo cuando descubro a alguien hablándome y me doy cuenta que yo no estaba escuchando.
Puede que con un "¿cómo? no he entendido", logre convencer a la otra persona de que algo no me había quedado claro, pero en verdad no estaba prestándole atención.
En el intento de pensar, proyectar y hacer todo lo que quiero al mismo tiempo me escapo de la realidad. No responden mis sentidos ni mis reflejos, estoy en otra dimensión.
Y pienso que la vida no nos está esperando. Por el contrario, es la muerte que nos goza cuando desperdiciamos nuestros días pensando en lo que podría haber sido de nosotros.
domingo, 12 de abril de 2015
Empatía, ¿dónde?
Tratar de entender al otro no resulta una tarea sencilla porque tal vez nunca podamos crear una situación empática, porque para ello tendríamos que alejarnos de nuestra propia existencia.
Es por esto que a veces hay situaciones en las que intentamos, hasta el cansancio, descifrar qué nos habrá querido decir la otra persona, ya sea con palabras o bien con sus acciones o silencios. Es entonces cuando no sabemos si lo que estamos recibiendo es una respuesta a algún estímulo que nosotros mismos enviamos a nivel inconsciente, o si el otro simplemente piensa tan diferente que es imposible seguirlo en el tren.
Y por momentos me parece que tal vez todo sería más fácil si fuéramos capaces de decirnos las cosas de frente, mirándonos a los ojos y desnudando nuestras realidades. Pero claro que además el mundo sería un caos al estar carente de filtros, porque más allá de los desencuentros, pareciera que no a todos les gusta escuchar siempre la verdad.
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