Cuando estamos seguros a dónde vamos, no importa con qué nos encontremos en el camino. Siempre prevalecerá la fuerza interior que nos impulsa a lograr nuestros objetivos y ni siquiera digo, a pelear, porque no se trata de ir en contra de algo ni de nadie. Simplemente es buscar en la inmensidad de la vida, el lugar que nos reconforta, en el que podemos quedarnos o no, pero en el que mientras dure nuestro paso podamos estar cien por ciento seguros, que es ése y no otro el sitio en el que queremos permanecer en ese preciso instante.
Porque la vida es demasiado corta para buscar culpables, para profundizar heridas, para guardar resentimientos y experimentar el constante arrepentimiento de nuestros actos.
Prefiero no señalar al otro, elijo mirarme en él y sentir la magia de las almas que pueden encontrarse a través de las miradas, de las sonrisas, de una conversación con fundamentos o un par de palabras sin sentidos. Porque la vida es eso, lo que hacemos hoy para estar vivos.
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