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miércoles, 20 de mayo de 2015
Mi amiguito no tiene papá
El otro día, hablando de todo un poco, mi hija de seis (bueno, casi siete años), me mira y me dice: "mami, mi amiguito no tiene papá, ¿cómo es posible?". Debe haber fallecido, amor, le he contestado. A lo que ella, retrucando, me había dicho que no. "Vos no entiendes má, vos estás separada de mi papá, pero los tengo a los dos, los dos me aman, él nunca ha tenido uno".
Entonces me he quedado mirándola. "Cuando dos personas se aman tanto que ya no saben que hacer con tanto amor, le piden a Diosito un hijo para amarlo entre los dos y sabes que ese amor entre papá y mamá un día puede terminarse o no, pero el amor hacia el hijo es infinito, para toda la vida. Pero también sucede que hay mamás que no han encontrado a quién amar y sin embargo pueden pedirle a Diosito un hijo. Y Él no sólo le dá ese hijo a esa mujer, también le da fuerzas, le da valentía y le da un corazón tan grande en el que está todo lo que su nene necesita para aprender a ser feliz".
Me hubiera gustado poder contestarle algo así al menos, pero en cambio me he quedado mirándola en silencio, hasta que su sabiduría, al ver mi incomodidad ante su cuestionamiento, la ha hecho a ella cambiarme de tema.
Las decisiones adultas deben ser repensadas y premeditadas; y las respuestas deben llegar a nosotros, incluso mucho antes que sus preguntas.
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